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miércoles, 2 de julio de 2025

“El Reptiliano de Zacapa”

“El Reptiliano de Zacapa”

En los calurosos caminos polvorientos de Zacapa, un rumor comenzó a esparcirse como fuego en cañaveral. Los abuelos lo mencionaban en voz baja, los niños lo dibujaban en sus cuadernos y los más valientes aseguraban haberlo visto: un ser extraño, mitad hombre, mitad iguana, merodeando entre las montañas y ríos del oriente guatemalteco.

Le llamaban "El Reptiliano", una criatura verde escamosa, con ojos que brillaban como carbones encendidos y una fuerza descomunal. Se decía que por las noches bajaba al pueblo, no para atacar, sino para buscar algo… o a alguien.

Un día, un joven campesino llamado Marlon, fue sorprendido por militares en las afueras de Zacapa. Lo detuvieron por portar varias iguanas en una bolsa. Lo que parecía un simple caso de caza ilegal se tornó extraño cuando Marlon empezó a gritar cosas sin sentido:
—¡No entienden! ¡Él me pidió que las liberara! ¡El de la piel verde… él vendrá si no lo hacemos!

Los soldados, confundidos, lo interrogaron. Marlon confesó que en una cueva cerca del río Las Anonas, había visto al reptiliano. Le habló con una voz grave, casi hipnótica, y le dio un mensaje:
“Los míos son sagrados. No más sangre en mi tierra.”

Los oficiales, escépticos, lo entregaron a las autoridades, pero esa misma noche ocurrió algo inquietante. En el destacamento militar, encontraron una enorme iguana muerta con señales extrañas en el cuerpo: su piel tenía marcas que parecían símbolos antiguos. Un soldado aseguró haber visto una sombra de dos metros observándolos desde el monte, antes de desvanecerse entre los árboles.

Desde entonces, en Zacapa ya nadie se atreve a cazar iguanas. La gente deja ofrendas de frutas cerca del río, y los más viejos murmuran:
“No era un loco… Marlon habló con el guardián.”

Y cada vez que el viento sopla caliente entre los cerros, los perros aúllan… como si algo aún vigilara.






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